Abril. Más calor que nunca. Los termómetros suben hasta los 36º en Sevilla, pero nadie siente la calor, todos tenemos ganas de que el sol ilumine sus calles que ya huelen a azahar y a incienso. Todos los sevillanos salimos a la calle con una sonrisa en la cara, sin pausa, pero sin prisas; vamos andando por la avenida de la Constitución, Plaza Nueva, Calle Sierpe y la Plaza del Salvador.
El sol alegra nuestros corazones por eso hay tiempo para todo, para pararnos a tomarnos una caña o un refresco con hielo en la terraza de un bar. Mientras nos refrescamos vemos a las palomas picotear pequeñas migajas que ha caído al suelo de nuestros montaítos y a muchos turistas que se les reconoce a leguas físicamente y por su forma de vestir.
Todos somos iguales, aunque nuestras preocupaciones son muy distintas. Los estudiantes hablan de las clases de los exámenes que están a la vuelta de la esquina, de los trabajos que aún quedan pendientes, algunas anécdotas que todos han compartido... Los treinteañeros ya se preocupan por otras cosas: dinero, coche, casa, hijos, hipoteca, trabajo, paro... Los mayores de cuarenta tienen en mente otras cosas muy variopintas, aunque algunas se asemejan a las de los treinteañeros y otros disfrutan al máximo su vida en esos ratos alegres fuera del trabajo y del hogar.
Lo único que comparten todos ellos son las risas y bromas. Pero también comparten una conversación: ¿qué tiempo hará en Semana Santa? Pues sí, Sevilla se está preparando para su semana grande y todos miran al cielo y piden una sola cosa: que no llueva.
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